El 25 de mayo de 1911, después de más de 30 años de tener el poder del país, el general Porfirio Díaz Mori presentó por escrito su renuncia a la Presidencia de México. Este suceso significó un parteaguas en la historia política nacional.
Díaz tenía 80 años de edad, había sufrido una severa infección en las encías, tenía sordera y dolor de rodillas al caminar. Pero más allá de las dolencias físicas, su mayor padecimiento era social, pues cada año crecía la ansiedad por el cambio y la democracia, convirtiéndose en una válvula de escape. Es cierto que en su régimen se había logrado pacificar al país y sanear las finanzas nacionales, pero también se vivía marcada desigualdad económica y social.
Al iniciar su sexto periodo de gobierno (1900-04), Porfirio Díaz manifestó su apoyo al secretario de Hacienda, José Ives Limantour, para sucederlo en la Presidencia, al mismo tiempo que alentaba las aspiraciones del secretario de Guerra, Bernardo Reyes, con la misma finalidad. Sin embargo, la rivalidad que se generó entre ambos candidatos fue tan escandalosa y el desprestigio tan grave, que sus ambiciones políticas cayeron por su propio peso.
Ante la falta de un digno sucesor del dictador, los diferentes grupos políticos se conciliaron con el fin de preparar una nueva reelección y propusieron la creación de la vicepresidencia y la ampliación del periodo de gobierno a seis años, de tal suerte que, en las elecciones de 1904 triunfó la fórmula Porfirio Díaz, Ramón Corral para dirigir al país en el sexenio 1904-10.
En este periodo se intensificaron los conflictos políticos a causa de la obstinada permanencia de Díaz en el poder personalista de su gobierno. También ocurrieron lo más graves conflictos sociales debido al alto costo que el régimen tenía que pagar al haber sacrificado la justicia social en aras del progreso material.
Tras varios años de persecuciones, encarcelamientos y clausuras, los colaboradores del diario Regeneración constituyeron en 1905 el Partido Liberal Mexicano presidido por Ricardo Flores Magón, cuyo objetivo central era combatir la dictadura de Díaz. En junio de 1906, al mes siguiente, el partido dio a conocer su programa en el cual, entre otras cosas, demandaba para los trabajadores jornada laboral de ocho horas, salario mínimo, higiene en fábricas y talleres, descanso dominical, indemnización por accidentes, pensión por retiro y prohibición del trabajo infantil, entre otros.
También en 1906, grupos floresmagonistas se levantaron en armas en Coahuila, Veracruz y Chihuahua, pero fueron reprimidos con crueldad por el ejercito porfirista, al igual que quienes participaron en la huelga de Río Blanco, a principios de 1907. Lo mismo ocurrió con las incontables rebeliones de campesinos mexicanos que siempre protestaron por el despojo de sus tierras.
El hecho de que en febrero de 1908 Díaz haya declarado al periodista estadounidense James Creelman que ya no deseaba continuar en el poder y que vería con gusto la formación de partidos políticos de oposición, motivó a Francisco I. Madero a publicar su libro “La sucesión presidencial de 1910” en el que invitaba al pueblo a formar partidos independientes.
Surgieron así varios partidos políticos de efímera duración, y el 1909 se formó el antirreleccionista que contaba entre sus miembros a Francisco I. Madero, Emilio Vázquez Gómez, Toribio Esquibel Obregón, José Vasconcelos, Roque Estrada, Luis Cabrera, Félix Palavicini, entre otros.
En 1910 el Partido Antirreleccionista, aliado del Nacional Democrático, lanzó como candidatos a la Presidencia y Vicepresidencia, respectivamente, a Madero y Francisco Vázquez Gómez. En plena campaña electoral, Madero fue detenido en Monterrey el 7 de junio y trasladado a San Luis Potosí donde permaneció en prisión mientras se celebraban las elecciones en las que la formula Díaz-Corral triunfó de nuevo, ahora para el periodo 1910-16.
Luego de la gran celebración del centenario del inicio de la Independencia Mexicana en la que, entre otras cosas, se inauguró la Columna de la Independencia, Madero se fugó hasta San Antonio, Texas, donde redactó el Plan de San Luis en el que esencialmente declaraba nula la reelección de Díaz, asumía provisionalmente la Presidencia, llamaba al pueblo a levantarse en armas el 20 de noviembre de 1910, prometía a los campesinos la restitución de sus tierras o la indemnización correspondiente y proclamaba los principios de sufragio efectivo y no reelección.
El Plan de San Luis se difundió rápidamente por todo el ámbito nacional y aparecieron grupos armados que apoyaron el movimiento de Madero. Caudillos como Adrián González, Pascual Orozco, entre otros, iniciándose así la primera etapa de la Revolución Mexicana y, sólo en seis meses de lucha, lograron que se firmaran los convenios de Ciudad Juárez (21 de mayo 1911) en los que se estipulaba la renuncia de Porfirio Díaz a la Presidencia.
Así el 25 de mayo Porfirio Díaz redactó: “[…] Respetando como siempre he respetado la voluntad del pueblo, y de conformidad con el artículo 82 de la Constitución Federal, vengo ante la Suprema Representación de la Nación a dimitir el cargo de Presidente Constitucional con que me honró el voto nacional; y lo hago con tanta más razón, cuanto que para retenerle sería necesario seguir derramando sangre mexicana, abatiendo el crédito de la nación, derrochando su riqueza, cegando sus fuentes y exponiendo su política a conflictos internacionales […]”
Los periódicos capitalinos El Diario del Hogar y El País anunciaron un día antes que el importante documento se publicaría.
La noticia fue suficiente para que ese día, la gente abarrotara las galerías de la Cámara y quienes no pudieron ingresar al recinto legislativo, recién inaugurado, esperaran en la calle de Donceles la confirmación de la renuncia.
Después de su renuncia y tras despedir a sus antiguos sirvientes pagándoles en monedas de oro, la familia Díaz se marchó a la estación de trenes de Santa Clara, al sur de la capital. El 26 de mayo, Porfirio y Carmen Romero Rubio, acompañados de los hijos del general -a excepción de Amada- y de las hermanas de Carmen, salieron rumbo al Puerto de Veracruz, el general de división Victoriano Huerta fue el encargado de escoltar la caravana. En el trayecto, la mañana del 27 de mayo, poco antes de llegar a la ciudad de Orizaba, el tren fue atacado por bandoleros, que sin embargo fueron repelidos por las fuerzas federales de Huerta, y lograron capturar a más de la mitad de los asaltantes junto a varias cargas de oro.
Al llegar a Veracruz, la noche de ese mismo día, y contrario a lo sucedido en otras partes del país, los Díaz fueron recibidos con banquetes, cenas, bailes y fiestas en su honor. Finalmente, la mañana del 31 de mayo, a bordo del buque portugués “Ypiranga”, Porfirio Díaz y su familia abandonaron el país.
José de la Cruz Porfirio Díaz Mori murió a los 84 años, en 1915, padecía arterioesclerosis y sordera; había perdido el habla y la noción del tiempo. A las 6: 30 de la tarde del 2 de julio de 1915, falleció de “causas naturales” con asistencia médica y espiritual, habiendo recibido la eucaristía de manos del padre Carmelo Blay. Fue enterrado en la iglesia de Sain Honoré L’Eylau y el 27 de diciembre del año de 1921 sus restos fueron llevados al cementerio de Montparnasse en París.